11/06/2008

Sacudidas


El martes 5 de noviembre México, el mundo y los Estados Unidos tuvieron una fuerte sacudida. El martes por la tarde muchos nos preparábamos para ver uno de los episodios de la historia más significativos del planeta cuando nos sorprendió un avión que caía del cielo. Mientras nuestros vecinos del norte daban muestras de un liderazgo indiscutible, quizás con un significado tan profundo como el de su independencia en 1776. Nuestro país, México, daba un paso más hacia la incertidumbre provocada por la muerte del segundo hombre más relevante del Gobierno Federal cuyo avión caía lleno de incógnitas.

El contexto del drama de un avión en llamas, en una de las zonas más delicadas del país, en un momento en que el Estado sostiene una aguda guerra en contra del narcotráfico, habla por sí sólo. Los detalles técnicos y las versiones oficiales nos contarán una cosa, el discurso en un hangar, nos habla de muchas otras.

Un país se renueva y renueva al mundo mientras otra nación se aturde ante las implicaciones de una guerra larga y difícil.

Desde hace unos meses leo y a veces devoro las memorias de la Segunda Guerra Mundial de uno de sus más finos actores, Winston Churchill. Los recuerdos de Churchill contados desde la victoria me provocan un vago optimismo y una pragmática desesperanza. Cuando Francia cayó frente a Alemania debido en parte a un actitud patética de los gobernantes franceses, el mundo pensó que a Inglaterra le quedaban meses sino es que semanas antes de que sucumbiera ante el poderío de Hitler. Sin embargo, Churchill en un famoso discurso ante el Parlamento prometió sangre y sudor, garantizó que pelearían en las playas, en las calles, en los campos y en los cielos, su pueblo le creyó, el mundo no. La isla no fue conquistada. A veces hace falta un discurso que reconozca el peligro a plena luz del día, sin tapujos e inútiles metáforas pero con la mesura y el compromiso de una lucha cabal, no de uno sino de todos. Para que esas palabras hagan eco hace falta un liderazgo decidido y una visión de estadista que parece estar ausente. 

Una vez más quería escribir de Obama y no pude.   

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