9/19/2005

“Otla vez alloz”.

“Otla vez alloz”.

Todo el mundo habla de China, en Estados Unidos no los dejan comprar petroleras ni les aceptan sus textiles. Algunos ven al país asiático como la próxima gran amenaza y muchos otros como la gran oportunidad.
El mundo asiste al parto de este gran gigante con poca preparación. Ahí tienen el ejemplo de la Unión Europea que decidió imponer cuotas a los textiles chinos para luego rectificar debido a la compleja interdependencia del mundo.
México evidentemente también tiene sus reacciones, en la prensa aparecen cada tercer día comparaciones que nos muestran, como el gigante asiático va dejando atrás a México. Primero como segundo socio comercial de la Unión Americana eh incluso en la producción de vírgenes y Juan Diegos.
Del mundo empresarial hay dos reacciones principales: las grandes compañías ven en el mercado chino grandes oportunidades de crecimiento debido a que el país cuenta con una población de mil 300 millones de personas, es decir que por cada mexicano hay 13 chinos. El otro tipo de empresario que por lo regular es más pequeño, se queja amargamente, ya sea un productor de textiles en Italia, ya sea un productor de aparatos electrónicos en Estados Unidos.
En este caso los empresarios mexicanos no son la excepción todos los días se quejan de las importaciones chinas, que por cierto si son un gran problema cuando no pagan impuestos, se quejan de prácticas de dumping que también son un problema. (Por cierto dumping es cuando un país mantiene artificialmente bajos el precio de cierto producto para desaparecer a la competencia). Incluso hacen llamados nacionalistas para consumir lo mexicano.
La realidad es que las quejas no son una solución ni mucho menos una respuesta, quejarse no genera empleos ni nos hace más competitivos. El diagnóstico es obvio: son muy grandes, compararnos con ellos todos los días es inútil, están en otra liga definitivamente no vamos a competir produciendo más acero o más textiles, tampoco en maquila y en salarios simplemente no competimos. El nacionalismo tampoco es una tabla de salvación, al final los consumidores se benefician de los precios baratos.
Como todo gigante China enfrenta seis grandes retos. Uno de ellos se da en torno al ejército ya que tiene muchas prebendas que lo hacen muy poderoso hacia el interior del país por lo que evidentemente sus intereses chocan constantemente con el pragmatismo de la clase política.
El segundo reto del país asiático es ecológico porque el gran crecimiento económico y la acelerada industrialización están causando una gran devastación ecológica que los afectará en lo económico inevitablemente.
El tercer reto es de carácter político debido a que con el nacimiento y crecimiento de la clase media también se incrementan las demandas por una mayor participación política. En los medios se ventila poco pero ha habido un fuerte incremento en las rebeliones en los pueblos y las ciudades.
El cuarto reto tiene que ver con el petróleo, y es que el modelo de crecimiento del mundo esta inevitablemente ligado al consumo de petróleo.
El quinto desafío que enfrenta china se refiere a la equidad demográfica de genero resulta que la cultura y las políticas gubernamentales que ayudaron a frenar el crecimiento de la población limitando el número de nacimientos a un solo hijo y privilegiando el al varón provocó que ahora haya una fuerte necesidad de mujeres.
El último punto tiene que ver con el título de esta columna y es que conforme aumenta el ingreso medio de los chinos también aumentan sus demandas por nuevos alimentos por lo que cada vez más a menudo los chinos dirán como en el chiste “otla vez arroz” que lejos de tener una intención despectiva busca descubrir una oportunidad.
En los problemas chinos México puede encontrar oportunidades. En el primer reto nos los podemos ayudar, en el de la política tampoco, en el de la ausencia de las mujeres menos porque aunque se fueran todas las mexicanas no alcanzaría y además sería muy nocivo, en el reto ecológico podríamos ayudar pero por ahora es muy difícil. Entonces nos quedan dos oportunidades el petróleo y la comida. En cuanto al petróleo eventualmente podríamos beneficiarnos siempre y cuando la clase política estuviera dispuesta asumir los costos de una indispensable reforma, aunque en realidad nuestro petróleo con reforma o sin ella es para nosotros y para los vecinos del norte.
Eso nos deja el sector agroalimentario que México no ha aprovechado. El gran mercado de alimentos que implica China. Ya beneficia a países como Brasil y Argentina que ya exporta grandes cantidades de granos. México podría explorar esta posibilidad e impulsar el cultivo y las exportaciones de frutas y legumbres en los que México podría encontrar un nicho de mercado. Así la próxima vez que los chinos digan: “otla vez alloz” podrían comer un aguacate mexicano.

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