1/27/2006

Cambiar o desaparecer.

Hace poco más de dos años la compañía de fotografía Konica unía operaciones con Minolta. Con la fusión ambas empresas buscaron consolidarse frente a rivales como Kodak y Fuji Films. En los documentos de la fusión uno de los objetivos era convertirse en una de las 500 compañías más grandes del mundo. Konica venía de una larga historia en la industria que se remonta hasta el siglo antepasado cuando vendía materiales fotográficos en Japón. Sus aparatos fotográficos son tan buenos que en 1962 el astronauta John Glen utilizó una de sus cámaras para tomar imágenes en el espacio. Durante la década del ochenta y noventa la compañía supo como adaptar los nuevos adelantos tecnológicos a sus aparatos cámaras.
Los últimos años han resultado ser un cataclismo para la industria fotográfica. La tecnología de las cámaras digitales se ha transformado en muy poco tiempo el escenario de los negocios para los grandes competidores. Ninguna de las tres compañías más grandes de la fotografía en el mundo pudieron prever que el cambio sería tan acelerado. Kodak y Fuji se encuentran en una profunda crisis derivada de la transición a la fotografía digital.
La mejor lección de toda esta transición la ofrece Konica Minolta. Desgraciadamente para más de tres mil empleados de la firma la lección que ofrece no es de éxito. La semana pasada Konica Minolta anunció la desaparición de la marca. La compañía no pudo lograr la transición a la fotografía digital, los sueños de formar parte de una de las Fortune 500 terminó hace unos días.
La empresa de fotografía nos muestra que por más experiencia y tamaño nadie es inmune a los constantes cambios que plantean los avances tecnológicos.
En estos primeros años del siglo XXI el concepto clave es: “economía del conocimiento”. La diferencia entre aquellos que saben y aquellos que no, es cada vez más grande. La economía del conocimiento se encuentra inevitablemente ligada a la tecnología. Ahora la tecnología no solo requiere de una fuerte infraestructura de conocimiento, ahora la tecnología es parte del proceso para adquirir conocimiento.
En el mundo que se esta perfilando para la primera mitad del siglo XXI existirán dos clases de países, los que produzcan conocimiento y aquellos cuya ventaja se encuentre en las materias primas y la mano de obra barata.
Por eso la situación actual nos plantea una situación similar a la de Konica Minolta. Para un país como México que se encuentra a medio camino entre una sociedad de conocimiento y una sociedad de productos básicos resulta indispensable centrarse en el desarrollo del conocimiento.
Si bien la tecnología es polarizante también ha reducido las barreras de entrada para muchos negocios, la tecnología potencializa las posibilidades de creación debido a que difunde el conocimiento y sus aplicaciones.
El volumen de conocimiento al que ahora tenemos acceso no es una panacea. Las empresas y personas que tienen más valor en términos económicos son aquellas que tienen la capacidad de discernir y discriminar la información útil de la inútil.
Una gran área de oportunidad para realizar negocios la ofrece la administración de la información, la clasificación pero sobre todo y más importante la interpretación de la misma.
Por eso es que no basta con una computadora con acceso a internet de banda ancha, es necesario desarrollar la capacidad para discriminar y utilizar la información útil. Al igual que Konica Minolta un país como México con amplios recursos humanos y económicos debe apresurarse para generar las condiciones necesarias para formar parte de las economías del conocimiento, porque sí bien somos grandes exportadores de mano de obra barata cada vez será más difícil competir con países como Bangladesh o China en este rubro. Como en el caso de Konica Minolta tres años son suficientes para quedarse atrás en la dinámica mundial.

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